2005-11-21

21 minutos.( con errores ortograficos incluidos, porque me da pereza arreglarlo de nuevo)

Existe una versión corregida y perfeccionada, sólo que está en mi casa, y cada vez que se pega algo aquí hay que ponerle de nuevo las cursivas. y me da pereza pensar en ponerlo de nuevo, igual esta está bastante bien.

1
Escucho un fuerte BANG. Abro los ojos, mami me dice que no puedo salir, pero quiero ver, y corro hacia la ventana, miro por ella y Kizzy está acostada en el piso, tiene una mancha roja en el pecho, papi esta al frente de ella y tiene algo en las manos, no me ha visto, lo llamo y él me mira y abre los ojos, llamo a Kizzy, y no me hace caso, debe estar muy dormida, tiene saliva que se le sale por la boca, quiero salir a limpiársela, pero mami no me deja, y me obliga a ir al cuarto.

2
La conocí una mañana creo, o ¿más bien fue en la tarde? Recuerdo haber estado imaginándomela durante horas antes de conocerla. Me miraba al espejo y me decía hoy era el día en que iba a conocer a la mujer de mi vida. Me afeité. Nos casaríamos y tendríamos bellos hijos. Usé esa colonia que olía a limón, o a jabón de niño, venía en una botella amarilla. Dos niñas y un perro, él se llamaría Deutico Ramses Segundo. Una camisa, no podía verme como un niño. Lilith Ashkara sería la mayor. Y no tenía un pantalón que me combinara con la camisa azul, esa que usé despues en el grado. Que nombre tan lindo- me diría. Hacía mucho calor ese día, tal vez después refrescara, porque no recuerdo haber sudado. La segunda se llamaría Ce’Nedra. Nos encontramos y todavía había sol, pero no recuerdo si fue en la mañana o en la tarde. Ella moriría primero, no quería que llorara por mí. Fuimos a comer helado, y mi amigo, no recuerdo su nombre pero fue quien nos presentó, me pidió que adivinara quien era el novio de ella. No podía ser yo, nos acababamos de conocer. No pude adivinar, pero sentí el corazón romperse en dos. Fue casi un sonido, pero nadie lo escuchó

3
Abuelita está enferma, nunca sale del cuarto, pero en la noche entramos para acompañarla y ver televisión con ella. Todos se sientan en las sillas o en la cama, y ella sonríe. Yo estoy acostada bajo su silla y miro la televisión, mi mami me dice que no debo ver novelas, pero mi tía me carga y le dice a mi mami que yo ya soy una mujercita y puedo ver lo que quiera. Mi mami se ríe, y yo le digo mi edad con mis dedos, se ríe un poco más, y me quedo sentada en las piernas de mi tía.

4
Me encontré con ella hace poco, no sabía que estaba acá otra vez, me dio su numero y al día siguiente la llamé. Ese día llevaba mi cámara, y le tome un par de fotos. Cuando nos encontramos fuimos a comer helado, y después fuimos a su apartamento. Algo sucedió ese día, al poco tiempo de estar allí empezó a sonar una sirena, y afuera había una ambulancia con las puertas abiertas. Vimos televisión y pedimos comida mientras hablábamos de los viejos tiempos, antes de despedirnos me recordó la promesa que le había hecho. La promesa..., el apartamento se veía bonito, no parecía de ella. Entonces me ofreció fumar “algo distinto”, le dije que mejor otro día y se rió, me abrazó, me dio un beso en la mejilla y me dijo que me había extrañado.

5
En el siguiente año nos hicimos muy amigos, yo iba a su casa a esconderme de mi familia, y a esperar que terminara con su novio y fuera mi turno con ella. Fue ella la que me enseñó a bailar, y la que me enseñó a fumar como un profesional. Y también me enseño otras cosas que no vienen al caso. Recuerdo que fue un día en los muelles, ella se me acercó felina y feliz como siempre, con su sonrisa larga y sus ojos gigantescos y verdes. Y ¿qué tal eres en la cama? - Me preguntó seductora pasándome el cigarrillo. Pielroja, si mal no recuerdo no fumábamos otra cosa, el olor todavía me hace soñar. - No sé - le dije un poco avergonzado por su poca delicadeza, -pero nunca me han puesto quejas-. Me dijo que según su experiencia los hombres que sabían bailar eran mejores que los que no, y me preguntó si sabía bailar. Le dije que no y se rió, - tus novias eran penosas entonces, porque si no sabes bailar debes ser malísimo-. A veces su actitud era molesta, y en esa ocasión me había herido. Pretendía irme pero me tomo del brazo y me dijo que me iba a enseñar a bailar.

6
Me llamó sólo una vez cuando estuvo en Europa, poco después de la cita medica, cuando la internaron al hospital. Marcó el número de siempre, 6604983, pero yo ya no vivía allí. Yo sólo me enteré cuando la volví a ver; entonces me contó que si hubiera logrado localizarme me hubiera pedido que viajara para acompañarla. Nunca supe la verdadera razón por la que cuando regresó al país se veía menos feliz, y mucho más confundida. Me enteré de algo, nada bueno, hubiera preferido no saberlo, pero creo que no era la verdadera razón. Mientras estuvo allá pensé que se había olvidado de mí. A pesar de eso yo había seguído pensando que algún día llegaría mi turno.

7
Esta mañana me desperté porque un perrito me estaba lamiendo la cara, ahora que ya me bañe quiero ir a mostrarle el perrito a abuelita. Mami me dice que abuelita salió en la noche, y que no es un perrito, es una perrita, y tengo que ponerle un nombre. Ayer entré al cuarto de abuelita temprano, porque mami no me quería en la cocina y afuera estaba lloviendo, y mi papí estaba viendo televisión en la sala, en cambio mi abuelita sólo ve televisión en la noche, porque nosotros la acompañamos. Abuelita estaba acostada en la cama y miraba algo en el techo, tenía los ojos abiertos y la boca también, y creo que pestañeaba cuando yo lo hacía porque no la vi hacerlo. Mami entró poco después que yo, traía comida para abuelita y me sacó del cuarto, dijo que abuelita necesitaba dormir. Y esta mañana no pude presentarle a mi perrita porque está de viaje. El cuarto de abuelita huele raro.

8
Estaba bailando cuando Camilo me llamó llorando, algo había sucedido. Yo estoy en el hospital con él, qué lejos me siento de mi hogar. Parece que no hubiera doctores en el hospital, y se lo digo a Camilo, el me dice que lo que pasa es que ellos van por otros pasillos. Quiero preguntarle a una enfermera morena que pasa por mi lado por Manuela, pero me empieza el dolor de cabeza intenso. Las pastillas están en el apartamento, -tengo que irme- le digo a Camilo. Él me pide que no me vaya, le señalo mi cabeza, él entiende, pero quiere que regrese. Me levanto, y tengo que volverme a sentar, perdí el equilibrio. Cierro los ojos, me cubro con el pañuelo de Camilo, y me tapo los oídos, el dolor es intenso. -¿Le pasa algo?- me pregunta una enfermera. –Sólo estoy un poco enferma- respondo. Despierto y allí a mi lado está Camilo, me dice que no le han dicho nada, pero la enfermera había estado preguntando por mis síntomas, y se veía preocupada.

9
Otro día, ella había discutido con su novio: él le dijo algunas cosas bastante desagradables, y ella simplemente se fue. Nos encontramos, por casualidad, en los muelles, creo que fue porque compartíamos la costumbre de sentarnos frente al mar para llorar, pensar y escribir. Ese día me había peleado con mi padre, tenía un ojo morado y ganas de vengarme. Ella fue la que se me acercó, ella, como siempre. Yo tenía ganas de llorar, pero me las aguanté cuando ella se acercó. ¿Qué haces tan sólo por acá?, me preguntó. Me peleé con alguien cerca de mi casa, y salí a caminar y pensar para calmarme. Ella se rió, -piensas demasiado en todo- dijo. Nos quedamos en silencio mirando el mar, en ese momento más que nunca antes, y más que nunca después, sentí que la quería. Acaricio su cabeza de nuevo como lo hice aquella noche, creo que sonríe. Antes de eso éramos amigos, pero después todo fue distinto, más personal.

10
Kizzy se escapo cuando yo era muy niña, creo que por eso no me gustan mucho los perros, son malos. Hoy cumplo ocho años, y aquí están todos mis amiguitos del colegio, pero algunos no me caen bien, los niños son malos con nosotras, Felipe le pegó un chicle a Manuela en el pelo. Mami dice que eso quiere decir que les gustamos, pero yo creo que es porque son malos, y Manuela tiene el pelo más bonito que yo he conocido, es negro y liso, y le llega hasta la cintura, pero van a tener que cortárselo un poco para quitarle el chicle. Camilo en cambio es bueno, él quiere quitarle el chicle del pelo a Manuela, pero se lo enreda más, me acerco a él, le digo que mejor le dice a mi mamí, para que ella se lo quite. Camilo y Manuela van a donde mami, al mirarlos me siento triste de repente. Camino por el patio buscando a Lucas, allí está montado en una rama del árbol, seguro no sabe como bajarse, gato tonto.

11
Allí está ella, Camilo la cuida como a una planta, la lava en las mañanas, la alimenta al medio día con papilla, nada que ella tenga que masticar, cuando empieza a oler mal le cambia la ropa, no sé si vaya a soportar mucho tiempo cuando estén a solas. -No- me dice él cuando le pregunto si ella no hubiera preferido la eutanasia, y sin mediar otra palabra me agarra del brazo y me saca de su casa, ella está en la ventana recibiendo el sol, nunca había estado tan bronceada. Se ve casi hermosa, espero que Camilo no esté equivocado y ella se recupere. Siento un golpe seco, ella no reacciona, pero detrás de la puerta oigo sollozos; empiezo a caminar y me alejo, espero que reflexione y haga lo correcto. J una vez me dijo que uno debía dejar de vivir el día en que vivir se convirtiera en una obligación, es increíble como siempre al final tiene razón.

12
Antes de que se fuera nos desaparecimos juntos. Sin decirle a nadie nos fuimos de la ciudad a pasar una semana acampando, fue una de las semanas más terribles de mi vida, los mosquitos nos picaron hasta que no quedó un trozo de nuestro cuerpo a salvo; no llevamos suficiente comida, por eso tuvimos que racionarla, y dormir en el piso me destrozó la espalda. Por extraño que parezca esos fueron los buenos tiempos. Al regresar a la ciudad todos pensaban que nos había pasado algo, veníamos cansados, sucios, enfermos, ojerosos y sonrientes; yo me acosté en mi cama, y me quedé dormido inmediatamente. Ella me llamó durante ese tiempo, se iba y quería despedirse, pero no hable con ella.

13
Voy en un avión, estoy regresando a mi tierra, no quisiera morir en otro lugar. Hasta hace poco creía que estaba solo un poco enferma, estoy muy enferma, y no quiero curarme. La azafata me pregunta si deseo algo, -¡Que carajos!, Me estoy muriendo, dame lo más fuerte que tengas- le digo en mi idioma natal, ella no me entiende, claro, me habló en francés. Me río y la azafata me mira raro, creo que en este viaje no voy a poder beber. Recuerdo el encuentro con el doctor, las palabras “Tumor cerebral metastático” se repiten en mi cabeza, quiero ver a J.

14
Me hallaba durmiendo cuando me despertó mi celular, pero no estaba sonando como solía hacerlo, era la tonada que le había asignado a ella. – Sé que debías estar durmiendo- me dijo en cuanto contesté.- Pero te necesito, ven a mi casa ya-. Antes de poder decirle que necesitaba dormir, que al día siguiente tenía muchas cosas que hacer ella colgó. Me fui para su apartamento sin pensarlo dos veces, el apartamento ya se parecía a ella, muy desordenado, pero limpio, y lleno de gatos, libros de gatos, cuadros de gatos, ojos de gatos dibujados en las paredes. Nunca me han gustado los gatos, pero los ojos que ella dibuja son muy lindos. Ella se sentó en la mesa del comedor, me pidió que me sentara con ella y cumpliera con lo prometido. Me tomó por sorpresa.

15
J está acariciando mi cabeza, no sé porque pero tengo ganas de preguntarle si a veces piensa en la muerte. Él simplemente mira el mar, tiene un ojo morado, creo que se estaba peleando con su padre, pero el nunca lo aceptaría. ¿Alguna vez piensas en la muerte?-, le pregunto, me responde que sí, que le gusta pensar en ella. Le tengo miedo a la muerte-, le digo y me levanto, él no dice nada, creo que también le teme. Entonces continúo, - Me parece que uno al morir está demasiado solo, y eso me asusta-. – Yo podría acompañarte a morir para que no estés sola todo el tiempo- me dijo sin pensarlo. ¿Lo prometes?-, le pregunto. Sí- dice. Pero su simple palabra no me satisface.

16
Miro la cicatriz que tengo en mi mano izquierda, los pactos de sangre son cosa seria. Ella lo tenía todo listo, solo tenía que resolver un par de cosas y quería que yo la acompañara. Y lo hice, caminamos durante horas por el centro no estoy muy seguro de que buscaba ella, y creo que ella tampoco, pues tenía que revisar un papelito cada vez que preguntaba. -Estoy perdiendo la memoria- me dijo sonriendo. Al final creo que eran pastillas lo que buscaba. En la noche nos despedimos, y no supe de ella por un par de días.

17
J llegó, esta dispuesto a acompañarme mientras sucede. Le pido que me traiga un vaso de Vodka del que tengo en el congelador, y le pregunto si no quiere un poco. Mientras me trae el vaso pulverizo la mayoría de las pastillas, se está demorando mucho, voy al baño, y con el agua de la pluma me tomo un par de antihistamínicos, no quiero vomitar. Seguro no quiere que lo vea triste. Regresó, mezclo las pastillas pulverizadas con el alcohol, llevo 12 horas sin comer, así me explicaron que decía hacerse. Me trago las pastillas , y entonces, bebo el vodka, ahora no debe tomarse más de 20 minutos.

18
Conocí a pocos amigos de ella, pero conocí a todos sus novios. Creo que lo hacía a propósito, ella sabía que yo esperaba mi turno, y por eso me los presentó a todos. Conocí a Carlos, que era amigo mío, y me propuso hacernos grandes criminales, claro primero debíamos matar a “El perro” y él era el papá de Yuli. Son solo negocios, le hubiera dicho yo, son solo negocios. Conocí a Arturo, el niño rico que la insultaba y trataba mal, entonces me miraba con sus ojos verdes y grandes, sonreía, se acercaba a mi oído y con un susurro me decía : -El sexo es fabuloso, y además lo nuestro es sólo temporal-. Me hacía estremecer por completo, ahora la miro y no puedo creer cuanto deseo tocarla, pero no lo haré. Conocí a Oscar, Luís, incluso estuve allí durante su breve romance con Camilo, con ninguno de ellos estuvo mucho tiempo. Y claro conocí a muchos hombres cuyo nombre no importaba en realidad, a sus amores de una noche, a sus amores de fines de semana. Y más de un par de veces le permití escaparse con su nueva adquisición mientras yo distraía a su novio. Fui el mayor testigo de sus amores. Es apenas lógico entonces que esté aquí, acariciando su cabeza y deseando sentir el calor de sus senos en mis manos; pero no lo haré.

19
Tengo mucho dolor, voy en un auto para hablar con el doctor, las drogas ya deberían estar haciendo efecto, pero es un dolor distinto el que siento, siento como si mi cuerpo se hinchara por dentro, como si mis pulmones se encogieran, y mi corazón tuviera que esforzarse por latir. Cierro mis ojos, como por costumbre, para que la luz no me moleste, aunque no es esa la fuente de mi dolor. Veo una mano de hombre, tiene una pequeña cicatriz, me tapa la vista.

Tiene los ojos abiertos, me mira como si no me reconociera, ¿estará sintiendo dolor?. Los está cerrando de nuevo, parece dormida. Su frente está fría, ¿debería ser así?.

Allí está el edificio, el doctor me debe estar esperando, bajo del auto y le doy las gracias a Camilo. Él no me puede acompañar, debe regresar para cuidar de Manuela, es linda su preocupación. Ojala tuviera a alguien que cuidara de mí, así si valdría la pena estar enferma.

20
El dolor de nuevo, el hombre que no reconozco me acaricia la cabeza, se me hace difícil respirar, y siento que el corazón me duele. Y estos últimos minutos se alargan, y los nombres se estrellan en mi cabeza, J, Carlos, Abuelita, Kizzy, Camilo, Manuela, Felipe, Arturo, Oscar, Luís, Ana, Miguel, Jesús, Ashkara, Lilith, J otra vez. Siento venir de nuevo el BANG estrepitoso de aquella mañana en que murió Kizzy. Las últimas frases oídas se repiten en mi cabeza como un eco, y no de una en una, son miles al mismo tiempo, pero todas las oigo, todas las entiendo, el tiempo se estira para hacer posible esto. Gracias a Dios no tengo ganas de vomitar, los nombres, las palabras, los ecos; El BANG, que se acerca a mi conciencia, cada vez las cosas ocurren más rápido, pero también el tiempo es más lento, creo que este ultimo segundo será eterno, y ese BANG que oía venir nunca llegará de nuevo.

21
Creo que ya no respira, voy al baño y entre su bolsa de maquillaje hallo un pequeño espejo, lo pongo bajo su nariz, no está empañado. Toco su cuello buscando alguna señal de vida, no. Una vez más y por razones que no entiendo pongo el espejo bajo su nariz. No, no se empaña. Respiro aliviado. Los ojos ya estaban cerrados, le cierro la boca, salgo del apartamento, es entonces cuando no logro soportar las ganas de llorar, y me derrumbo en las escaleras; su piel no volverá a ser cálida.

22
Miro la cicatriz en mi mano izquierda. Mientras subía las escaleras para ir al apartamento de Susana he decidido no entrar, es la media noche, y estoy al frente de la puerta de ella desde hace horas. Oigo la voz de ella, está molesta conmigo, cuelga y entonces ríe. Oigo un ruido de cristales que se rompen, y bajo la puerta se desliza un líquido que huele a alcohol. Ella está quitando los seguros de la puerta, yo corro a las escaleras y subo para esconderme, ella está vestida con un pijama, baja las escaleras y la sigo hasta el garaje. Se monta al auto y sale del edificio. Decido no seguirla más.

Camino a mi casay cuando llego a mi edificio, le deseo buenas noches al portero, que me contesta medio dormido. En mi apartamento está ella, me da algo de miedo su expresión, entonces se acerca a mi cono lo ha hecho siempre lenta y seductoramente, me besa en la mejilla, y con un susurro me dice: - De una manera u otra me acompañarás cuando muera. Tengo sed, ¿me llevas algo de agua cuando entres?-. Siento que por fin es mi turno, y sonrío mientras la veo caminar hacia nuestro cuarto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

es parte de la vida de tu amiga sirene? o solo su final

Pili dijo...

No sé cual era tu intención, ni la trama en sí, ni muchas cosas del cuento. Por eso me limitaré a decir, que sólo lo leí una vez, que es muy sincero como para permitírmelo leer 2 o más veces, que me produjo los mismos escalofríos que siento cuando vivo, que todo sería más fácil si sucediera en 21 minutos, que cada uno de los personajes era un maldito espejo de cada uno de mis alteregos, o de mí si así lo deseas, que no sé porque pero siento esto como una carta que me escribieron únicamente a mí, cómo una película de mi vida, como una maldita autobiografía, y que al final todos terminamos siendo tan normales, tan normales como nunca lo quisimos ser. No me permití llorar, sólo leí y leí, tampoco parar, tampoco releer, sólo querer acabarlo porque me estaba enfermando, me estaba quemando los huesos, me estaba matando dulcemente, así quisiera morir.

Ah, gracias por dejarme leer esto.
Quiero más que éstos 21 minutos.