2007-04-11

Ivonne me preguntó, y se preguntó en su blog si los amores tienen fecha de vencimiento. Y yo no soy la persona ideal para responder esa pregunta porque olvidar se me dificulta demasiado, aún después de que me doy cuenta de que como dije en algun momento, la cosa ya no resulta viable, sigo queriendo a la otra persona. Tampoco soy el correcto para responder, porque me fascinan los amores de transmilenio, esas extrañas y fabulosas ocasiones en que miramos a los ojos de un desconocido, o una desconocida (todo según el gusto particular del sujeto) y encontramos en ellos la posibilidad de un amor profundo que podría durar años o tan sólo unos segundos, pero que sería inolvidable por su intensidad.

Aunque no todos los amores de transmilenio se dan en transmilenio (vamos chicos, es tan sólo un nombre) mi primer amor de transmilenio se produjo en uno. Era una mujer de cabellos castaños claros, cejas oscuras y ojos grandes. Además tenía unas piernas impresionantemente bien formadas, ella estudiaba en la javeriana, o esa es la impresión que tengo, pues todos los miércoles cuando yo me dirigía a clases solía verla caminar delante mío, con una energía que envidiaba. Entonces sin ella saberlo competíamos por llegar en menos tiempo a la universidad.

A veces ocurre en un parque, o al ver a esa persona a través de la ventana de un bus, y a veces, ocurre en un salón de clases, sin confesarlo la o lo miramos más de lo que deberíamos, e inconscientemente la buscamos entre los otros. Sea como sea son bellos, porque las explosiones por su poca duración e intensidad son más bellas que la llama de una vela.

2007-04-05

Hoy comí en un restaurante de comida japonesa cuyo nombre no recuerdo. Siempre me ha gustado el pescado y la comida cruda, así que el sushi es una opción obvia para mi. Por lo general suelo evitar comer anguila, pues la primera vez que la comí me sentó mal. pero hoy me provocó mucho, y pedí un plato que tenía anguila por todas partes.

La primera vez que comí anguila fue en una finca cerca del mar. Me había ido a pescar con mi abuelo y un par de tios. Pescar no es exactamente lo mio, de hecho no me explico que clase de degenerado se le ocurrió que pescar es una buena manera de acercarse a los familiares, mientras se pesca no se puede hablar, ni moverse demasiado, y si uno no tiene plata para un yate ultimo modelo( y mi familia no la tiene) o para una sombrilla grande( mi familia puede tenerla pero se la ahorra para otras cosas) toca sentarse bajo el sol durante horas aumentando las posibilidades de sufrir cancer de piel.

Ese día pescamos mucho, pero dos cosas en particular me llamaron la atención, la primera fue el primer pez que atrapé, grande y gris. lo tiré en el piso y allí se quedó con lo otros que ya habíamos pescado. Y lo segundo fue lo de la anguila, ya se había ocultado el sol, pero aún quedaba suficiente luz para ver el mar, todo estaba tranquilo, y yo sólo pensaba en sí habrían tiburones cerca, pero aunque hay rumores de su existencia en la zona no vi ninguna aleta en el mar. De pronto uno de mis tios dijo que había atrapado algo muy pesado, así que lo ayudamos a sacar su presa, pero lo que salió del agua no fue un pez, fue una anguila enrrollada en el anzuelo, con la boca abierta y la piel reluciendo bajo la luz de la luna. Pensamos en devolverla al mar, pero a alguien se le ocurrió que podríamos cocinarla, así que tras darle muerte la llevamos a la costa.

Matar un pez es una cosa, pero las anguilas no son peces, son reptiles, y al menos yo, me sentía como sí hubiera presenciado un asesinato. La anguila fue preparada casi inmediatamente, y mientras se cocinaba le quitamos las escamas a los pescados y les sacamos las tripas. Entonces el primer pez que atrapé se ganó toda mi atención al guiñarme el ojo. Y sé que es imposible, porque los peces no tienen parpados, que es imposible porque debía llevar más de 4 horas muerto, que es imposible porque sí, porque no suena creible. Pero así fue, cuando lo agarré para limpiarlo me guiño el ojo, y me sentí realmente mal del estomago. un rato despues me dieron un trozo de anguila para que la probara, y la comí sintiendome culpable y asqueado. El sabor propio de la anguila tampoco ayudó, estuve la mayor parte de la noche vomitando...

Hoy en la tarde me fue mejor, sólo tengo un poco de dolor de estomago, pero puede ser por culpa de la valeriana, ahora voy a dormir. Pero como dice el viejo adagio: amanecera y veremos.