2006-08-22

Capitulo I ( incompleto)

Sí, fue en el tren, yo estaba sentado al lado de la ventana, claro, fue en aquella rara epoca en que me sentaba al lado de la ventana para conocer a alguna mujer que estuviera loca por las ventanas, pero que se sentaba en el pasillo para conocer a otros fanaticos de las ventanas; en los viajes, incluso los mejores planes para conocer mujeres suelen fracasar de manera estrepitosa, y ese día en particular no fue la excepción.

Estaba sentado en una de las ultimas filas, al frente mio reposaba un extraño hombre, mezcla perfecta entre angel y cadaver, angel, pues su vejez era una vejez lastimosa para el cuerpo, era delgado y de huesos más bien largos, tenía la nariz como un cuarto de circulo, y los orificios nasales eran pequeños y apenas se notaban de frente o de lado, una especie de aureola de hambre y santidad lo rodeaban. Por otra parte en más de una ocasión había considerado la posibilidad de que se encontrara ya muerto, pues su olor no hacía pensar otra cosa, claro, no es que fuera un olor fuerte y penetrante, era más bien sutil, un olor como a sudor de caballo, un olor a inmovilidad y cigarrillo, como el olor que se siente cuando se ve una muerte en cine, apenas notable. Sólo sabía que estaba vivo porque de vez en cuando abria los orificios nasales, inhalaba con fuerza, y luego expiraba lentamente por la boca, silbando un poco.

Oí que las cortinas se corrían, y supe que debía ser mi compañera de puesto la que se acercaba, centré mis ojos en los parpados del hombre, que otra vez parecía muerto, no se estaban moviendo, miré su pecho, y antes de poder despejar mis dudas; ya podía imaginarlo, el hombre era una especie de millonario eremita, y había estado muriendo lenta y dolorosamente durante las ultimas dos horas; claro, había sido asesinado, y yo con mis habilidades de detective privado,y la ayuda de una femme fatale (rubia, de ojos verdes, y tan astuta como yo) descubriría al asesino y me haría merecedor de un gran premio. Quiero decir que antes de poder confirmar mis sospechas, sentí un peso descargandose a mi lado, y una especie de ola de calor envolviendome, un sudado y rechoncho hombre de bigote se había sentado a mi lado, el olor de su perfume ofendió mi delicada nariz, por eso sentí algo de alivio cuando despues de marcar su territorio con su sudor se levantó, y ví que en una de sus manos cargaba una enorme maleta, demasiado llena, de imitación de cuero café, maleta que por sus dimensiones dificilmente cabría vacía en el maletero. Sonreí un poco viendo al despreciable hombre intentando, infructuosamente, introducir su maleta entre las mias.Me vio sonreír y su rostro, se puso aún más rojo, no ayudó el que le sugiriera que buscara la manera de mandar su maleta con el resto del equipaje, pues entonces enrojeció aún más y me contestó con un gruñido de desagrado y esfuerzo. En un intento desesperado por hacerme daño, o al menos a mis propiedades, y probar que estaba en lo correcto, introdujo su maleta sobre las mias, aplastando, aunque exprimiendo sería más correcto, las naranjas que pensaba llevar a la ciudad.

Entonces se sentó el hombre,apestaba aún más que antes, incluso llegué a pensar que lo hacía sólo por incomodarme, y entonces encontré en él aún otro defecto desgradable, sacó de uno de sus bolsillos un trozo de sanduche, que rumiaba lentamente, masticando( de manera sonora) 35 veces con cada lado de la boca, pero lo que en realidad me molestó fue que mientras masticaba su nariz silbaba. Mientras tanto intentaba concentrarme en el angel muerto al frente mio, llevaba más de 5 minutos sin moverse. - Tal vez- pensé -lo mató su compañero de silla por ser molesto y hacer ruidos extraños, en ese caso no quisiera atraparlo, porque lo entiendo-.

Cuando pensaba que mi tortura no podía empeorar, la esposa y el hijo del despreciable hombre llegaron a mi fila. Ella era una mujer palida, con algo de temblor en las manos, y la mirada baja; él, era un niño entre 7 y 10 años más bien rollizo, con una especie de mirada de satisfacción, que sinceramente encontré molesta. Él se sentó al frente de su padre, ella se quedó de pie con su boleto en las manos, y su temblor se acentuaba por momentos. El padre la miraba reprobatoriamente, el hijo la miraba curiosamente. Ella planeaba sentarse con su esposo y su hijo, pero no había puestos libres. -Por qué, si se puede saber, la señora no se ha sentado?-. Ella le entregó su boleto, que él examinó minuciosamente, y despues de gruñir un poco dijo: claro... es que la señora no pidio boleto en la misma fila que su esposo y su hijo, ¿ acaso piensa que somos aburridos y/O repelentes?. Ella sólo negaba con la cabeza. A pesar de lo incomodo de la situación, yo la estaba disfrutando mucho, porque es sabido que soy un fanatico observador de los humanos. Luego, más rojo que nunca, me miró y miró al angel difunto, miró de nuevo a su esposa, y la cabeza del señor tomate explotó en una masa de sesos, sangre y amargura; bueno, no lo hizo.

Había dos puestos de los que podría intentar apoderarse, el mio y el del angel difunto, no sé que protegió al angel del señor tomate, tal vez la saliva seca en la comisura de su boca, o el aura de tranquilidad que le rodeaba, o el rugido en tonos bajos que lanzó mientras lo mirabamos. Entonces me miró, poniendo voz de hombre razonable me dijo -Mujeres... mi esposa compró un boleto para un asiento más atras, cosa que evidentemente y de manera preclara indica una especie de inhabilidad comercial comun en el el genero, pero no es tan malo, porque en este caso es posible darle remedio al asunto con un simple intercambio de locaciones, por lo tanto le pido mi respetable amigo, que permita a mi señora sentarse en su puesto de usted, y que usted se coloque en el puesto que corresponderia a mi esposa.-. Acepté, pero no lo hice para hacerle un favor a una persona tan detestable, o porque su labia me hubiese convencido, la razón más importante para irme es que ya sabiendo que el angel sólo dormía y no estaba muriendo, quería alejarme antes de que despertara, porque entonces con voz gangosa, aliento a comida digerida, me preguntaría cosas como donde estamos, o cuanto falta para llegar a la capital; y luego claro me buscaría conversación,e intentaría que nos hicieramos amigos; y ninguna de las cosas anteriores me llamaba mucho la atención.

Me gustaba mi nueva silla, el perfume del hombre tomate no llegaba hasta mi nariz, ni tampoco los rugidos del angel, que se habían hecho rutinarios, podían molestarme, y lo mejor de todo es que mi compañera de puesto olía bien.Tuve que mirarla algun tiempo antes de atreverme a hablarle -¿A qué vas a la capital? le pregunté tras oler disimuladamente sus cabellos. - Voy a casarme- dijo ella sonriendo; -ohh... que casualidad- dije, y antes de poder seguir me preguntó:- y ¿cómo se llama la afortunada?-,-¿afortunada?- , -sí, tú sabes, la mujer con quien piensas casarte-; reí un poco antes de responder:- ¿casarme yo? no creo volver a repetir ese error al menos por un par de años, voy a divorciarme-; - y si no es demasiado personal, ¿ se divorcian por problemas en el matrimonio?, reí de nuevo, -supongo que eso diremos, la verdad es que ni siquiera la conozco-. Se quedó en silencio como apenada, me miró a los ojos y abrió la boca, pero antes de que dijera nada le pregunté: -te casas por amor, ¿no?- ; se sonrojó toda, y asintió,- eso creo, pero tú ¿cómo lo sabes?-; -Soy detective, saber cosas sin que me las digan es mi negocio-.
(...)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

qué pasa? acaso piensas dejarlo incompleto?

Anónimo dijo...

Y...?????

SrFiasco dijo...

Y ya.

Eliana dijo...

de verdad se va a quedar inconcluso???

Y si, ya era hora que dijera algo más aparte de leer silenciosamente desde este lado de la pantalla.