2006-08-10

Querido Diario, 10 de agosto

Llevaba tiempo sin escribir nada en ti, quiero confesarte mi más oscuro secreto en este preciso momento, desde el martes estoy realmente asustado de ir a las oficinas de mi facultad. Se me hace extraño decir que tengo miedo, pero tengo una buena razón, o eso creo. El martes estaba en la reunión de la pasantía, y estabamos repartiendonos las universidades, cuando entró una profesora, encargada de cierta actividad estrechamente relacionada con la que en mi pasantía realizamos, desde el momento en que entró un escalofrío me recorrió la espalda, entonces empezó a mirarme como un lobo miraría a un pollito alejado de la gallina. Tu sabes diario, que yo cuando me siento asustado o amenazado actuo como si fuera el dueño del lugar para defenderme, pero empezó a dirigirme miradas malevolas a pesar de mi actitud, razón por la que no tuve más opción que ponerme a mirar por la ventana para evitarlas. Pero allí no terminó todo, cuando nos propusieron irnos a trabajar con ella, si lo preferiamos, de manera repetitiva me preguntó a mí, mientras me giñaba su ojo derecho una y otra vez.

Oh... querido diario tuve miedo, no puedo negar que me gustan las mujeres mayores, claro que con mayores no me refiero a cuarentonas, ni siquiera a las veteranas cachetosas, sino a mujeres entre dos y seis años mayores que yo. Desde entonces no la he vuelto a ver, pero ahora temo el encuentro, si me vuelve a guiñar el ojo tal vez grite asustado y salga corriendo del edificio sin pararme para mirar atras.

No me gusta llamar la atención, lastimosamente creo que no logro pasar desapercibido, de vez en cuando me paran niñas en la universidad para preguntarme si es cierto que tengo seis nombres, e invariablemente contesto que así es, entonces las reacciones varían pero siempre las noto sorprendidas, me piden que los diga y lo hago: Raúl José Feliciano Rex Asuncion Camilo, luego rien un poco, o me preguntan porque me pusieron así, y luego de una o dos frases me alejo sabiendo que van a donde la amiga que les contó lo de mis seis nombres, a decirle que todavía no lo pueden creer, siendo sinceros, yo que fui el que empezó el asunto de los seis nomres tampoco puedo creeerlo.

Pero no todo es malo querido diario, hoy mientras buscaba un libro en el centro ví una hermosa edición de las mil y una noche, igual que la edición que pertenecía a mi tío Jose, ahora pienso guardar dinero para regalarmela para mi cumpleaños, porque tu eres testigo de que he sido un buen chico durante todo el año y me merezco un buen regalo.

Tambien te cuento que otra vez estoy yendo a ver cuenteros los miercoles al medio día, llevaba un año sin acercarme por esos lados, pero la experiencia ha sido justo lo que recordaba, todos em recuerdan y me han estado preguntando si me había retirado; tú sabes que la respuesta es no, jamás podría alejarme de verdad de esos lugares a pesar de que así lo desee a veces.

Querido Diario tengo que irme a dormir, pero quiero agradecerte por escucharme sin juzgarme, que más se puede pedir.

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